Revista Avance
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Caña de azúcar: energía cultivable

Una consigna de creciente vigencia

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Se afianza en el sector sucroalcoholero la necesidad de avanzar en el aprovechamiento integral de la especie como recurso bioenergético. El amplio consenso entre los profesionales de la actividad acerca de la conveniencia de dar impulso a la participación del bioetanol entre las soluciones combustibles destinadas al transporte quedó demostrado en la última reunión nacional de la Sociedad Argentina de Técnicos de la Caña de Azúcar (SATCA), realizada en Tucumán en noviembre de este 2022.

Una consigna, un mensaje

Luego de cinco años en suspenso, volvió a realizarse en noviembre pasado la tradicional reunión anual de la Sociedad Argentina de Técnicos de la Caña de Azúcar (SATCA), un encuentro abierto a todos los miembros y otros actores del sector sucroalcoholero que la institución venía realizando desde 1983. Esta vez, sin embargo, en lugar de ocurrir en abril como de costumbre y por las razones que son de público padecimiento, se resolvió finalmente que fuera en noviembre, porque el 19 de ese mes la SATCA cumplía sus primeros 40 años de existencia. Una doble celebración.

Declarada como de su especial interés, la consigna implícita en la convocatoria a ese encuentro fue la misma que se enarbolara en ocasión del 30º Congreso Internacional de Tecnólogos de la Caña de Azúcar, realizado en Tucumán en 2019. Y no es casual que la realización de la primera de esas reuniones nacionales luego de aquel evento mundial retomara esa bandera, hoy tan o más vigente que ayer. Es la que postula pensar en la caña de azúcar como energía cultivable: alimenticia e industrial, como fibra o como extractos o fermentos de sus jugos. Una apelación a un enfoque productivo bioenergético, de cuya necesidad y conveniencia hoy es difícil dudar.

Más allá de las particularidades de cada momento del universo de la producción sucroalcoholera, la consigna resiste porque está cargada de actualidad y señala un camino, una necesidad de acción consecuente. Una consigna cuya vigencia reposa, además, en el mayoritario consenso que el mensaje inspira en los profesionales, técnicos, productores e industriales del sector, acá y en otros países de condiciones productivas similares, como la India o, sin ir más lejos, Brasil. Así se comprobó en ocasión del congreso internacional en 2019, y en este encuentro de tecnólogos argentinos se acaba de ratificar.

Importa decirlo, porque ese consenso no ha tenido hasta ahora el eco suficiente en el universo conexo de las energías renovables en nuestro país, especialmente en lo que concierne a los biocombustibles1.

 

En esa perspectiva, el Ing. Jorge Scandaliaris, presidente de la SATCA, resume para Avance Agroindustrial sus consideraciones acerca de este encuentro.

  • La SATCA recupera una tradición

Estas reuniones anuales que ahora, luego de la pandemia, la SATCA ha podido retomar, reflejan el pleno sentido de su creación, ocurrida en noviembre de 1972 cuando un conjunto de técnicos de la actividad, pertenecientes a Tucumán, Salta y Jujuy, decidieron crear un ámbito común para el intercambio tecnológico demandado por el sector para garantizar su desarrollo.

La actividad de esta organización es permanente, de manera que las instancias de intercambio parcial o puntual encuentran su lugar en la agenda de un año corriente. Pero en estos encuentros especiales, como ocurre en cualquier congreso de profesionales de una materia, se presentan, se seleccionan, se exponen y se discuten los trabajos que los miembros de la sociedad eligen como destacados de su producción -generalmente en equipo- en el curso del año transcurrido. Eso da muestra,cada vez, de la tarea científica, tecnológica y de experimentación realizada en el período, que en este ámbito puede ser compartida e incluso prestarse a una nutritiva discusión.

Me complace haber comprobado la vitalidad del sector expresada durante las dos jornadas de esta última reunión de noviembre, tanto en el ánimo colectivo como en la cantidad y la calidad de los trabajos presentados. Han pasado por este encuentro más de 500 personas, entre profesionales miembros de la sociedad, productores, industriales, economistas y referentes de la política azucarera; y han sido más de 80 los trabajos propuestos para esta oportunidad, de los cuales, por razones de tiempo disponible para exponerlos y discutirlos, han debido ser seleccionados 68. Números muy significativos para una reunión de carácter nacional convocada con poca anticipación.

Hay entusiasmo, visión y capacidad para generar nuevo conocimiento útil para avanzar hacia las soluciones y las mejoras que necesitamos impulsar en toda la cadena. De esta reunión se desprenderán líneas de acción consecuentes, simultáneas y confluyentes, útiles para el porvenir de la actividad, en especial en lo que respecta al bioetanol.

  • De lo tratado

Desarrollada en dos jornadas, la actividad de esta reunión se organizó en torno a tres ejes o áreas temáticas pertinentes: la industrial, la agrícola y una tercera destinada a ponencias especiales relacionadas con el tema declarado de interés central: el bioenergético.

En las dos áreas clásicas, la industrial y la agrícola, se trataron aspectos que demuestran la creciente incidencia del conocimiento científico en el direccionamiento de las prácticas pertinentes, todas apuntadas a lograr el incremento sustentable de la producción sucroalcoholera, y tan estrechamente intervinculadas en cuanto actividad agroindustrial.

Lo vemos en los avances biotecnológicos para la obtención de mejoras genéticas de las variedades adecuadas para cada contexto y finalidad productiva (fibra y azúcar), en las prácticas agrícolas vinculadas con la cosecha en verde y la agricultura de sitio específico, en la atención creciente por las huellas hídricas y de carbono en el campo y en las fábricas, en el impulso al desarrollo y la utilización de biofertilizantes y otros bioinsumos, en los procesos de tratamiento de efluentes y mejoras en la eficiencia energética de los ingenios, y un pertinente etcétera aquilatado en los trabajos que ahora forman parte del capital intelectual de esta organización profesional. Avances que, en resumidas cuentas, conjugan la preocupación que atraviesa en general a toda la actividad agroproductiva – atenta al impacto ambiental de sus prácticas como garantía de sustentabilidad-, con las particularidades de la nuestra, desde que la caña de azúcar, por su pródiga naturaleza,  está llamada a contribuir, con sustantiva capacidad, a paliar uno de los males que nos aquejan hoy planetariamente: la asfixia atmosférica que padecemos a causa de los gases de efecto invernadero, causantes del acuciante cambio climático que afecta a toda la humanidad.

Esa es la razón por la que no podía faltar en la programación de este encuentro un espacio destinado a examinar una vez más las promisorias alternativas que nuestra industria está en condiciones de ofrecer a la sociedad en general:  la bioenergética.

  • Dos destacadas participaciones

Entre las presentaciones plenarias hay dos que quisiera mencionar en especial en este comentario, porque resumen los dos aspectos que hacen a la esencia estratégica de nuestra consigna. Una es la que brindara el Ing. Jorge Feijóo, presidente del Centro Azucarero Argentino; la otra, la de Agustín Torroba, doctor en economía y director del área de biocombustibles del Instituto Interamericano de Cooperación para la Agricultura (IICA), radicado en Costa Rica.

Torroba fue muy claro en afirmar que la producción y utilización del bioetanol como combustible aplicado al transporte es una realidad en franco progreso en la región, con alto impacto en la agregación de valor de nuestras agroindustrias. Una tendencia que asoma irreversible por su factibilidad y por el rendimiento de su producto. Especialmente ahora que la aviación, en permanente crecimiento, ha puesto su mira en la incorporación del alcohol entre sus insumos energéticos.

El ing. Feijoo, por su parte, desgranó una serie de ventajas prácticas y económicas, precondiciones favorables y exigencias de justicia social en nuestro país, que indican la necesidad de que  la actividad generadora de bioproductos a partir de la caña de azúcar cuente con las bases y reaseguros políticos adecuados para estimular y garantizar las inversiones, y el desarrollo de nuevos emprendimientos relacionados que impacten en el demorado desarrollo de la región.

Aludió a la deuda que el país tiene con el norte argentino en materia de desarrollo, precisamente, en contradicción con la “cláusula del progreso” de la Constitución Nacional (artículo 75, inciso 19), que dicta “proveer al crecimiento armónico de la Nación, promover políticas diferenciadas que tiendan a equilibrar el desigual desarrollo relativo de provincias y regiones”. Al respecto puntualizó las ventajas que la producción de bioetanol de origen agrícola -especialmente el generado a partir de la caña de azúcar- presenta a la hora de avanzar en la imperiosa descarbonización de la atmósfera dadas las condiciones climáticas emergentes, destacando a la vez el impacto positivo en la creación de trabajo y riqueza de la región.

Argumentos que desde el sector venimos sosteniendo frente a las indecisiones exhibidas por las políticas que respecto a este tema se están definiendo a nivel nacional, en privilegio de opciones elegidas a partir de experiencias de países con otras condiciones productivas y en desmedro de las que compartimos con nuestro vecino Brasil y otros países, como la India, orientados en la correcta y conveniente dirección.

El amplio consenso que estos argumentos van logrando construir entre los técnicos y referentes del sector, propios y de otras latitudes con necesidades y posibilidades similares, nos impulsa a esmerarnos en la tarea de difundirlos y crear conciencia, en la sociedad en general y en la de la política en particular, para que quienes tienen a su cargo la definición de los caminos por los que el país opte en esta materia se orienten en la dirección que, a todas luces, la razón claramente indica.

 



«Toda política de desarrollo debería observar dos ejes principales: encuadrarse en lo que constituye el primer tema de la agenda global -combatir las causas del cambio climático cuyas consecuencias no son abstractas, sino muy concretas-, y centrarse en el hombre, histórica y geográficamente situado, para favorecer su realización integral”.

“Respecto de las soluciones posibles para reducir las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI) que estén a nuestro alcance, deberíamos tomar conciencia de que no hay contribuciones pequeñas que deban despreciarse y no hay países de bajas emisiones relativas que puedan excusarse de poner proa en el empeño”.

“Los países de la Unión Europea y otras regiones privilegian la electromovilidad a batería. Esta brinda ventajas al evaluar las emisiones del vehículo, pero no si se considera la huella de carbono de todo su proceso de producción”. Nuestra ventaja frente a esos desarrollos consiste en que en el NOA tenemos una de las reservas más importantes del mundo, lo que abre un horizonte de posibilidades tanto para su exportación como para la radicación de industrias que lo exploten adecuadamente”.

“El gran potencial de las bioenergías para la generación eléctrica y la movilidad vehicular explica la opción por los biocombustibles que se consolida en la región. Estos reducen las emisiones de GEI frente a los combustibles fósiles entre un 74% y un 80%; y nuestro país tiene condiciones agroecológicas óptimas para producirlos, prácticamente en toda su geografía. Pueden aplicarse con inmediatez, porque son combustibles líquidos que pueden mezclarse con los de origen fósil en proporciones crecientes, y aprovechar la red de distribución y abastecimiento de estos. Los biocombustibles son nuestro camino más corto y de contribución más eficaz para reducir los GEI”.

“Los beneficios brindados por el bioetanol al país no se limitan a los aspectos ambientales, ya que se extienden a la balanza comercial. En efecto, en los últimos cinco años evitó importaciones de naftas por U$S 2200 millones, debido a la producción destinada a la mezcla: mitad aportada por caña de azúcar y mitad por maíz”.

“Con relación a las dos encrucijadas de la actual coyuntura planetaria y regional, como son las de descarbonizar la matriz energética y propender a un desarrollo más equitativo entre las regiones del país, el bioetanol viene a erigirse en un pivote estratégico para el Noroeste argentino”

Ing. Jorge Feijóo – Presidente del Centro Azucarero Argentino

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